Una niña morena de pelo corto, muy simpática, llamada Leticia, pensaba donde irse de vacaciones, y se le ocurrió un sitio:
-¡Mamá, mamá!- dijo la niña -nos podemos ir de vacaciones a París, y visitar EuroDisney.
-¡Qué buena idea, hija! Ve haciendo las maletas que, sino, se nos hará tarde -dijo la madre.
-Mamá, ya he terminado -dijo la niña al rato.
-Pues entonces ya podré poner las maletas en el coche -dijo la madre.
La niña estaba muy nerviosa, no paraba de pensar en lo bien que lo pasaría allí y en ver a Mickey Mouse.
Cuando llegaron se instalaron en un hotel, y como estaban tan cansadas del viaje decidieron esperar hasta mañana. Cuando se hizo de día la niña le dijo a la madre:
-¡Mamá, mamá! ¿Cuántos días estaremos aquí?
Después de hablar un rato sobre lo que harían, decidieron irse a ver a Mickey Mouse. Cuando llegaron allí, la niña lo buscaba por todas partes y cuando lo vio le dijo:
-¡Hola Mickey!, tenía ganas de verte y conocerte en persona.
Mickey Mouse se fue y la niña le siguió, se quedó mirando lo que hacía y vio que se estaba quitando la cabeza de su disfraz. La niña al ver que no era real, se pegó un disgusto muy grande y se puso a llorar corriendo hacia su madre.
-¿Qué te ha ocurrido cariño?
-Mickey Mouse no es real.
-Pues claro que no lo es, sólo es un dibujo animado para que los niños se diviertan con él y sean felices, como tú hacías antes. Aunque no sea real, no pasa nada, en tu interior habrá un cariño hacia él, y yo disfrutaré viéndote feliz. Cuando seas mayor me comprenderás.
Al llegar de nuevo al hotel, la niña comprendió que no pasaba nada, porque era una ilusión para los niños, además algún día tenía que descubrirlo. La niña se paró a pensar que puede que tampoco fuera real el Ratoncito Pérez. La niña sabía que la respuesta sería la misma que con Mickey Mouse.
-Mamá, hoy me lo he pasado muy bien y no quiero malgastar estos dos días que nos faltan. Podríamos comprarnos alguna cosa de recuerdo, ¿no, mamá?
-¡Buena idea!
Al día siguiente visitaron la hermosa ciudad de París, tiendas, museos, monumentos,… y se hicieron muchas fotos. Se compraron un colgante de la Torre Eiffel.
-Mamá, ya se hace tarde, deberíamos irnos a dormir.
-Tienes razón hija.
Al día siguiente les daba pena irse, pero sí que tenían ganas de volver a casa y ver a su papi. Cuando hicieron las maletas dijeron:
-Al año que viene más.
Al día siguiente, después de desayunar se fueron al pueblo y allí, se sentían todos juntos unidos y felices.
Mickey Mouse, en su corazón, seguía siendo el mismo, a pesar de su gran descubrimiento.
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